No tuve tiempo de despedirme ni de mí mismo

Febrero---No-tuve-tiempo-fondonuevo-3000x3000.jpg

Leila tenía 20 años cuando su abuelo desapareció sin despedirse. Y por más que intentó recorrer sus últimos pasos o buscar una respuesta entre los amigos y familiares más cercanos a él, no fue sino hasta que reconoció en sí misma el legado vivo de su abuelo que logró cerrar la herida y perdonarlo.

Previous
Previous

Patente US9108455

Next
Next

Historias de una pandemia: la lucha de blanco